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:: Hace años que venimos encontrándonos con gente, en distintos puntos del país, que trabaja de forma comprometida y constante en la integración social de personas con discapacidad.
En este espacio los invitamos a compartir sus experiencias, sus ideas y sus proyectos
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Fotos Thompson


Crónica del taller participativo en la ciudad de Tandil


Encuentro. Así lo llamó uno de los participantes.
Encuentro.
Nos gustó ese nombre.

El encuentro se llevó a cabo los días 24 y 25 de junio de 2008 en la sede del rectorado de la Universidad del Centro de la Provincia de Buenos Aires. La propuesta fue convocar a personas involucradas en la problemática de la integración social de personas con discapacidad. La convocatoria fue heterogénea: vinieron personas que participan en varias organizaciones sociales, fundaciones y escuelas especiales. Vino gente del consejo deliberante, del consejo asesor en políticas de discapacidad y del ministerio de trabajo de la provincia. Se acercaron personas con y sin discapacidad.
Convocábamos formalmente a un grupo de personas con un recorrido de trabajo en relación a esta problemática, pero, no para dar una capacitación. La propuesta, en cambio, fue generar un espacio donde las personas que estamos involucrados en esta problemática pudiéramos discutir y reflexionar colectivamente. Claro, las preguntas de los participantes se hicieron oír: “¿Qué es lo que nos pueden aportar concretamente?”

El primer día, después de presentarnos, se armaron grupos de trabajo. Esta fue una constante durante las dos jornadas: a partir de consignas y de dinámicas se buscó que los participantes intercambiaran opiniones y puntos de vista.
Se propuso que armaran mapas en los que representaran los espacios de interacción social más relevantes de su ciudad. El trabajo llevó a que los participantes reflexionasen sobre si esos espacios eran compartidos y abiertos a las personas con discapacidad. Sobre los distintos mapas fueron apareciendo diferencias de criterios; allí comenzaban a aparecer problemas, necesidades, barreras a la integración. Con esta dinámica buscábamos que en los grupos se discutiera sobre los obstáculos que enfrentan día a día las personas con discapacidad.
El almuerzo fue a oscuras. En él se invitó a todos los participantes a comer en un restaurant céntrico de la ciudad con los ojos vendados. Uno de los participantes comentaba que “estuvo muy buena la experiencia del restaurant porque estábamos expuestos al público”. Cabe destacar que en el almuerzo participaron los hermanos Poli, sordos los dos, que decidieron vendarse los ojos y hacer esta experiencia junto a todos los participantes del taller.

“¿Quién se anima a vendarse los ojos? - Propusimos antes de ir a almorzar.
Yo -dijo Enrique, entre risas de los otros participantes. Él quedó ciego hace varios años. - ¿Qué hay para comer?”

El segundo día, a partir de preguntas sobre algunos aspectos de los mapas pudo generarse una discusión muy interesante. En ella se discutió sobre el consejo asesor, sus funciones y su conformación. También sobre la tensión sostenida entre la gestión pública y las organizaciones sociales. Salió la bronca, la desilusión, la queja; y cuando este sentir nos sumergió a todos, ahí mismo salió la fuerza de pensar que está en nuestras manos generar un cambio. “Gracias”, dijo uno de los participantes en un intervalo, “nos debíamos esta discusión”.
Pensamos juntos en los problemas y posibles soluciones a los mismos. Allí salió la creatividad y la vitalidad al servicio de encontrar soluciones a las dificultades que día a día enfrentamos.
Así pasó el taller. Así pasó nuestro primer encuentro con la comunidad de Tandil. Hemos disfrutado compartiendo la diferencia de criterios y de pensamientos. Hemos disfrutado compartiendo discusiones, tristezas, desamparos y logros. Discutiendo, pensando juntos.
“¿Qué pueden aportar concretamente?” Hemos buscado generar un espacio de intercambio para que juntos podamos asumir la responsabilidad de que está en nuestras manos generar un cambio hacia la integración social. Para esto hemos visto la necesidad de juntar los esfuerzos aislados, de liderar el cambio quienes estamos involucrados en esta temática y asumir el desafío de ser creativos en estos momentos de crisis tan profunda, dejando de esperar la ayuda que viene de afuera, en donde

“…se nos va la vida esperando.”

Los recursos para generar proyectos legítimos se desarrollan comunitariamente, es decir, haciendo lo común. Lo común, cuando todo tiende a disolver los lazos, tenemos que hacerlo entre nosotros. Y cuando vemos que el encuentro por momentos es posible, que es posible debatir y pensar colectivamente, se abre una grieta por la que podemos ver mejores alternativas.
Volvimos de este encuentro con energías renovadas, con nuevos aires, nuevas ideas.
¡Muchas gracias!