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:: Hace años que venimos encontrándonos con gente, en distintos puntos del país, que trabaja de forma comprometida y constante en la integración social de personas con discapacidad.
En este espacio los invitamos a compartir sus experiencias, sus ideas y sus proyectos
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Fotos Thompson


Crónica del taller participativo en Tres Lomas

El taller se llevó a cabo los días 9 y 10 de junio en el Centro Cívico de Tres Lomas, Provincia de Buenos Aires. Participaron docentes de escuelas comunes y escuelas especiales, coordinadores del taller protegido, enfermeras, padres de personas con discapacidad, gente de la municipalidad, entre otros.
Desde la primera mañana de trabajo charlamos sobre lo que nos convocaba. Esto nos llevo a empezar a delimitar las necesidades y los obstáculos que había ahí, en el pueblo, en relación a la integración social de personas con discapacidad. Cada uno hablaba, comentaba lo que hacía; los temas se iban cruzando, se iban encontrando… Se habló de la “falta de apertura mental” que hay en el pueblo en relación a la temática. También de la “falta de armas” de los docentes para llevar adelante una integración y qué otro tanto sucedía en el área de la salud. Abordamos el tema de la integración laboral. Escuchándonos acordamos que el trabajo es una herramienta fundamental de integración social, teniendo en cuenta la dignidad y el acceso a un ingreso económico propio que éste da. Pero, si el taller protegido gestiona un número de becas que da el gobierno de la provincia, que es mucho menor a la población de personas con discapacidad que van ahí, ¿qué se puede hacer?
En este punto acordamos sobre la fragilización que produce quedarse a la espera de respuestas por parte del gobierno de la provincia. Pero mucho mayor es esta fragilización cuando no existe otra posibilidad que padecer las condiciones que la burocracia o la falta de recursos impone. Uno sólo no puede más que padecer el entorno desfavorable que impone la ausencia de respuestas de las instituciones estatales en sus distintos ámbitos: sea capacitación en educación, salud, en propuestas de concientización social, o las nombradas becas. Pero entonces: ¿Qué otra respuesta es posible que no sea la queja, el padecimiento o la resignación? En efecto, es necesario generar otro tipo de respuestas.
A lo largo de los dos días de trabajo, compartimos y discutimos lo que allí estaba sucediendo. “Las necesidades ya las conocíamos pero no las habíamos socializado”, decía en una de las encuestas. Uno comparte: “Mediante la charla se descubren problemas y situaciones no conocidas”. Se decía y se volvía a decir que hay que armar un grupo, “Surge la necesidad de encontrarse…”. Y el encuentro sucede; la necesidad se hace potencia: potencia para crear, para proyectar y sostenerse. Ahí está el otro, “el otro te ayuda a no bajar los brazos”.
En estas dos jornadas de compartir lo que allí pasaba, junto al transitar lo que molesta y lo que obstruye apareció la necesidad de hacer otra cosa que padecer o quejarse. La necesidad de juntarse, contenerse, compartir, trabajar y generar propuestas para modificar lo que nos molesta y nos duele. “Hay que armar un grupo”, se dijo, y ese grupo está. Ya lleva reuniones, encuentros y proyectos: se llama DESPERTAR, porque, como nos contaron: “nosotros despertamos a un mundo diferente y queremos que la gente también comience a despertar en cuanto a lo que es discapacidad.” Un grupo que seguramente encontrará la forma de abordar la concientización social del pueblo, compartir y generar armas que favorezcan la integración social. Un colectivo de gente que, seguramente, y esos son nuestros deseos, encontrará en el otro la fuerza para dar respuestas a las situaciones de exclusión.
Estuvimos un par de días en Tres Lomas. Nos llena de alegría saber que han constituido un grupo. Que hay un colectivo más que está trabajando para modificar las adversidades que aparecen en el pueblo. Y que la potencia se multiplica en el encuentro, en unir las manos para construir en mundo que queremos habitar.